Los sesgos de la mente
7 de septiembre de 2020

Nos encanta tener razón. Tener razón tiene un sabor dulce, como a victoria, engrandece nuestro ego.

¿Alguna vez te preguntaste por qué? ¿Qué hay detrás de tener razón?

En este artículo te cuento qué hay detrás de tener razón desde el lado emocional y desde un punto de vista químico.


Es emocionante tener razón Tener razón no sólo engrandece nuestro ego, además nos hace sentir bien, nos hace sentir a salvo. Tener razón es respecto de una cosa, constituye un argumento que se puede usar para demostrar que entendemos cómo se comportan el mundo, las personas, o la “realidad” en la que vivimos.

Esta sensación de seguridad es tan poderosa que hasta nos gusta tener razón cuando no nos conviene tener razón. Seguramente habrás tenido alguna vez, una conversación con un amigo, que se pareciera a esta:

Tu amigo: -“Mi jefe me tiene de punto, creo que está buscando el momento para despedirme del trabajo”-
Tu: -“¿De verdad? ¿No estarás exagerando?”
Tu amigo: - “Ya te digo, tengo un presentimiento muy fuerte, siento constantemente que está buscando una razón y en cuanto se la de ¡Zas! ¡A la calle!”


Tiempo después...


Tu amigo: -“¡Me despidieron! ¡Ese canalla! Ya te había dicho yo que estaba buscando despedirme”
Tu: - “¡No te lo puedo creer! Cuando me lo contaste el otro día pensé que andabas un poco paranóico.¡Qué tipo tu jefe!”
Tu amigo: - “¡TE LO DIJE! Tenía un presentimiento, es que era obvio, si hubieras estado ahí conmigo también lo habrías notado.”

 
“Nos gusta tener razón hasta cuando no nos conviene tener razón”
 

A mi me da la impresión que ese “te lo dije” tiene un punto de placer escondido. En el fondo nos alegra tener razón porque nos agrada que el mundo sea un lugar predecible. Nos gusta tanto, que es más importante que la realidad se manifieste según nuestras expectativas a que existan manifestaciones aleatorias de la realidad que no estábamos esperando.

 
 

La neuroquímica detrás de tener razón
Cuando tenemos razón, la amígdala segrega dopamina y esta sustancia inunda tu cerebro y condiciona tu capacidad de respuesta.

La dopamina es un neurotransmisor relacionado al placer y a la motivación, y está íntimamente relacionado con el sistema de recompensas de nuestro cerebro.

Después de un período de estrés, ese período en el que nuestro personaje pensaba que le iban a despedir, la amígdala segrega dopamina porque el peligro ya pasó y ahora se puede relajar. Ya no hay que estar pendiente de si el despido se produce o no. Para bien o para mal, ya se produjo.

La dopamina podría ser en parte responsable de sentir que tener razón es algo positivo, independientemente de si la cuestión de fondo nos beneficia o no porque nos sentimos felices de que el estrés ya haya pasado. La dopamina es la responsable de propiciar la sensación de placer, bienestar, relajación y, en definitiva, de felicidad.


¿La dopamina es adictiva?
No es que la dopamina sea adictiva, la dopamina funciona en conjunto con los opioides y estos sí pueden ser adictivos.

¿Por qué digo que tener razón es adictivo? Porque lo que nos pasa en el organismo cuando tenemos razón es muy parecido a lo que nos pasa cuando consumimos azúcar o cuando recibimos un like en una red social.


Entonces ¿Qué pasa?
El problema no es de la dopamina, el problema somos nosotros. Lo que es agradable es que se acabe el estrés mental en el que nosotros solos nos metemos cuando empezamos a opinar sobre cómo es el mundo y cómo funciona o debería funcionar.

No es tanto que nos guste tener razón, lo que nos gusta es relajarnos, ese contacto con la dopamina nos adelanta que se viene un momento de placer.

¿Quieres saber más?

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Este artículo es parte del episodio 01 “Adictos a tener razón” del podcast “Estamos Todos Locos”.

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